Donde las DAN las toman

Tal vez sea porque el nombre de Daniel es muy común y está muy extendido, tal vez sea porque la gente anda rebosante de imaginación y entonces se vea tentada a experimentar con tu nombre, tal vez sea porque no les gusta, tal vez sea por tocar los cojones... Pero si te llamas Daniel, estás provocando (y digo bien, provocando) a tu entorno a que hagan de tí una subasta pública en lo que a denominativo se refiere.
Llamarse Daniel hoy en día es un atentado a la moral de la persona, la peña está cansada de ver gente que se llama igual y da rienda suelta al maléfico ingenio "pone-motes"que todos llevamos dentro. Lo mejor que te puede ocurrir en estos casos es que te juntes con el alma caritativa del colegio y te diga "Dani", un clásico. Pero todo viene de antes, mucho antes; todo empieza en esa eterna cola de carnicería ambulante, en ese concierto heavy del malo con el que te encuentras siempre en Nochebuena: la familia. Orgulloso podrá estar el perro porque suyo será el vocablo que más se parece a mi nombre que alguien de mi familia ha gruñido para dirigirse a mí. Me han llamado Enano, Pitufo, Danilito, Pepón, Hermoso, Enano Saltinbamqui, Brigi pequeño, Pocapena, Pollopera, Pascualín... hasta Cecilio (o Cecilito dependiendo de la edad) ! en una de esas numerosas confusiones mentales que regatean a mi abuela en que empieza a soltar todos los nombres de la familia hasta que llega al tuyo porque no quedan más, claro.
Más tarde llega el colegio y es aquí donde estás perdido. No hay escapatoria posible, eres suyo. La maldad de los niños es tan grande como la herramienta del Señor Rocco Sifredi, apodado "Mr 33 cm" (aún no he descubierto porqué); una maldad mayor incluso que la del mismísimo Gargamel, capaz de sumir en las más pertinaz de las depresiones a cualquier niño con un apodo mal avenido. Por mi D.N.I colegial han pasado lindezas tales como Puto Gordo, Godzilla, Gordo (asecas), Transeúnte (éste último nunca lo llegué a entender), ceporro, Foca Monje (maldito Informal de los ...) y así hasta que se terminó de construír El Escorial.
Sin embargo, el gimnasio Parque Henares ha sido donde he evocado más sugerencias para cambiarme el nombre y los apellidos que en cualquier otro lugar, desde Napias debido a una patada que me soltaron en la nariz y por la que empezé a sangrar; hasta Parquecitos, Sonajeros, Patuquitos, Parquecitos o el clásico Asaltacunas todo ello porque hubo un tiempo en que algunas chicas de corta edad se acercaban a verme entrenar. Y luego también porque nunca he ocultado mi predilección (estrictamente profesional) por Silvia, la hija del maestro que está muy bien dotada para el Taekwondo y para ser mi futura esposa si quiere.
1 Comments:
En serio que es bien cursial eso que as comentado mas arriba pero lo que yo creo importonte aparte del nombre es la personalidad de uno.
- daniel-
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