martes, julio 17, 2007

Asociación Protectora de Animales? Sí, traiganme 5 litros de Ácido Sulfúrico...Elefantes rabiosos? No no, Tortuga.



Tal cual. Así me miraba la muy zorra, con esos ojos de sanguinario asesino en serie miope perdido.
Y es que una buena noche otra vez de mi niñez, esta vez más niñez que las anteriores, soñé con una tortuga tal que esa de ahí arriba. Tuve la que seguramente haya sido la peor pesadilla de mi vida. Soñé que uno de estos reptiles acorazados subía por el lado de mi cama que está pegado a la pared con aviesas intenciones y los ojos inyectados en sangre (no aseguro que confundiera los ojos con las características manchas rojas que usan estos bichos por orejas, pero qué puñetas! es un sueño que tuve hace eones de años, bastante tengo con acordare de aquello como para encima dar detalles :P). El susto hizo que mis jóvenes e inmaduras gónadas se fueran de viaje a mi garganta y de paso sirvió para despertar a los dos tercios de mi familia que seguían dormidos: mi madre y mi padre, sí. Pues mi valeroso padre se cargó a aquella pérfida tortuga traída a mi imaginación por el más vengativo de los culés. Eso, o mi madre la muy cabrona no sabe contar otra anécdota en las comidas familiares para regocijo de abuelas, tías y primas y escarnio público de un servidor, claro.
Lo malo de todo esto no son las carcajadas de vecinas y cincuentonas que ni siquiera conozco cuando escuchan las peripecias de un niño atacado por la prima pequeña de las tortugas ninjas y pariente ideológica de Hitler; sino que desde entonces, desde hace casi 15 años, el lado de mi cama que está pegado a la pared lo más cerca que me ha visto el pelo es la distancia misma que mide mi almohada... ¡No tengo huevos a acercarme siquiera a la pared! Joder!y si vuelve la tortuga? Qué hago? Ahora soy mayor de edad y tendría que acabar yo con ella...He de decir también que lo estoy superando, que no todo son malas noticias.
A aquellos que estén en una situación parecida, decirles que lo aconsejable en estos casos es comprarse una buena ración de cocodrilo aplasta-tortugas y dormir bien pegadito a su escamada piel, por si las tortugas...
Lo curioso de todo esto es que a los pocos días mis progenitores me compraron dos tortugas pequeñas (sí, como las de mi sueño, con las repugnantes manchas rojas a ambos lados de sus repugnantes cabezas) para que yo viera que eran inofensivas. Pues bien, aquellos insignificantes seres que no pasaban de los que a una vieja con artritis le mide el dedo meñique, se han convertido en dos ollas express y creciendo...para ver que no pasa nada, que son unas tortuguitas inofensivas...cualquier día llamo al Polígono para avisar de que se les han metido dos tanques x-46 en mi pecera.